lunes, 22 de septiembre de 2014

SEVILLA Y LAS CRUCES DE CALATRAVA (16: ADMINISTRANDO LA JUSTICIA DE DIOS Y LA DEVOCIÓN A SU MADRE)

La sede residencial del provincial de la Orden de Predicadores de San Pablo el Real había sido el primer tribunal inquisitorial, la primera cárcel preventiva y el escenario de autos de fe que, por su menor tamaño, no requerían un escenario mayor. Tras ser casi totalmente destruido el primer templo mudéjar por un incendio en 1350, fue reconstruido por Pedro I.1

Detalle de la portada del crucero de la parroquia
de la Magdalena, con santo Domingo de Guzmán
rodeado de símbolos dominicos, entre los que
se aprecian los perros con antorchas, a ambos
lados, y las estrellas, en la parte superior
Era un “mui solemne convento, con su adornado claustro y oratorio, y mui magnífico, con su grandísimo y muy adornado refectorio y odorífero, con sus mesas de aciprés, donde a la continua residen pasados de ochenta frailes, varones de mucha santidad y asi mismo mui grandes letrados y excelentísimos predicadores, y por eso este insigne convento es el mas principal de Andalucía”. Y además de todo ello, San Pablo el Real era un renombrado centro de estudios teológicos y casa de noviciado.2

En el imperial Renacimiento sevillano, San Pablo se convirtió en el centro principal de consagración de los dominicos que se dedicarían a la evangelización de América, siendo destacada la figura de fray Bartolomé de las Casas, prohombre de la escuela española del derecho natural y defensor de la libertad de los indios.3

La familia Las Casas era relevante. Provenía de Bartolomé Casaux, un caballero francés de la estirpe del conde de Limoges que colaboró con Fernando III en la conquista de Sevilla. Alfonso XI tuvo a un miembro de la familia como “fiel regidor de las ordenanzas reales y regidor número 24 del reino”, quedando desde entonces este número unido a su línea familiar en el ejercicio del cargo. Algún miembro de la familia fue también tesorero mayor de Andalucía. Juan II entregó a Guillén Las Casas, el “caballero más poderoso de Sevilla”, la villa de Montilla. A Alonso de Las Casas le fue entregado el castillo de Priego. A otro Las Casas se le concedió la conquista de Tenerife, La Palma y “las otras tierras que conquistare”. También hubo un Las Casas que fue deán de la Catedral de Sevilla. En 1535 era prior de San Pablo, después de haber sido provincial en Andalucía varias veces, fray Alberto de las Casas, que llegó a ser enterrado en el convento.4 Y, sin embargo, no puede descartarse que fuera una familia de judíos conversos.5

Baldaquino de la Virgen del Rosario
en el altar mayor de la
parroquia de Santa Cruz
Muy probablemente, se fundara en 1481, en San Pablo el Real, la primera hermandad de la Virgen del Rosario, aunque la documentación más antigua conservada es del siglo XVI. La devoción tenía su origen en la corona de rosas que llevaban, como signo de ofrecimiento, las cristianas que iban al martirio en Roma. Por cada rosa se rezaba una oración. La Iglesia instituyó el rosario de salmos de David, sustituidos luego por el salterio de la Virgen. Pero en el siglo XIII se apareció la Virgen a santo Domingo de Guzmán y eso fue determinante. Además, se atribuyó a la Virgen la victoria de Muret, tras un reparto de rosas entre las tropas por parte de santo Domingo, en el contexto de la inquisitorial cruzada contra los cátaros, en la que tuvo un papel de primer orden el santo. La devoción a la Virgen del Rosario se identificó con la de la Virgen de las Batallas.6

Con la peste de 1349, la “muerte negra”, revivió en Francia la devoción, y los dominicos le dieron la forma actual con la aprobación del papa. En 1571, en Lepanto, la flota cristiana se encomendó a la Virgen y el papa san Pío V pidió que se rezara el rosario por la flota. Tras el éxito de la batalla, el papa instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias el 7 de octubre, día de la batalla, domingo. Un año más tarde, Gregorio XIII fijó la advocación del Rosario y la fiesta el primer domingo de octubre. La devoción a la Virgen del Rosario adquirió difusión universal. Y la tradición del rezo familiar cundió. En los años finales del XVI se inició en el Salvador y el hospital del Amor de Dios la costumbre de rezar el Rosario todas las noches, costumbre que se generalizó en otros templos, incluso con la creación de hermandades. Pero siempre destacaron los dominicos, una elite que practicaba el rezo ortodoxo, con procesiones claustrales los primeros domingos de mes y procesión solemne “de la Batalla Naval” el primer domingo de octubre, en la que, tras un crucifijo, iban los fieles con cruces y rosarios. Sin embargo, el rezo del Rosario estaba aún poco divulgado entre el pueblo.7

En el altar mayor de San Pablo se veneraba una imagen de la Virgen del Rosario, obra maestra de la imaginería sevillana del siglo XVI, atribuida a Jerónimo Hernández, que, tras la extinción del convento de San Pablo el Real, pasó a presidir el templete que hay, a modo de retablo mayor, en la parroquia de Santa Cruz, la parroquia que fundara el cardenal Mendoza en el lugar que hoy ocupa la plaza de Santa Cruz, y que, tras el derribo del templo primitivo, se encuentra hoy en lo que fue convento de los clérigos menores. Como había otras dos hermandades del Rosario, en Triana y en Montesión, en 1587 hubo un pleito respecto a la advocación, y la hermandad de los dominicos en San Pablo conservó en exclusiva el derecho a mantener el nombre, frente a las otras dos corporaciones existentes: la Triana y la de Nuestra Señora del Monte Sión.8

Igual celo tuvieron los dominicos con la advocación del Dulce Nombre de María, de tal manera que, cuando se fueron creando hermandades de gloria en Sevilla a lo largo del siglo XVI con esta devoción, la orden obtuvo en 1571 un breve del papa Pío V, en el que se le concedía el privilegio de que cualquier hermandad o agrupación piadosa que diera culto a la Virgen del Dulce Nombre tendría que estar vinculada a la Orden de Predicadores.9

Puerta de los pies de la parroquia de la
Magdalena, con la Cruz de Calatrava,
santo Tomás de Aquino y, más arriba,
el óculo rodeado por el Rosario
Sobre 1610, el prior de otro convento dominico, el de Regina Angelorum, se pronunció públicamente contra el misterio de la Inmaculada Concepción, lo que originó una fuerte controversia con los franciscanos y los jesuitas. El marianismo de los dominicos fue puesto en tela de juicio por el pueblo sevillano. Llegó a haber desórdenes públicos. Pero la popularidad del Rosario era ya tanta que su devoción no decayó. Finalmente, los dominicos, para acallar las dudas, aprovecharon la peste de 1649, que había asolado la ciudad y reducido a su población casi a la mitad –de nuevo otra epidemia–, para fomentar el rezo público del Rosario. La decisión fue acertada en cuanto a la imagen de los dominicos, aunque a costa de perder la exclusividad de la advocación. En la Sevilla de finales del siglo XVII había tomado cuerpo definitivamente la devoción itinerante. El ámbito del Rosario se había trasladado a la calle, como había ocurrido con el Viacrucis. A todas luces, ya era válido el rezo, aunque no fuera en presencia de la imagen en sí. Ya había una nueva religiosidad autónoma respecto al control directo y permanente de la oficial.10

Detalle de la fachada principal de la parroquia de la
Magdalena, con la Cruz de Calatrava
de la Orden de Predicadores
La iglesia de San Pablo se derrumbó en 1691. Para los dominicos fue la exigencia de construir un templo que superara los de los franciscanos y los jesuitas. En 1696 se terminó de construir la nueva iglesia, soberbio ejemplo de arquitectura barroca sevillana, de Leonardo de Figueroa. Tres puertas dan a la calle San Pablo, antes perteneciente al compás del convento: la más cercana al centro de la ciudad, comunicada con el crucero, presenta una escultura de santo Domingo de Guzmán atribuida a Pedro Roldán, rodeada de símbolos dominicos, como perros con antorchas, lilas blancas, la cruz patriarcal y las estrellas. La puerta central, sobre la primitiva puerta mudéjar, presenta el escudo de la Orden de Predicadores, con su Cruz de Calatrava blanca y negra. La tercera es la de la hermandad de la Quinta Angustia, por la que se accede desde la calle a la capilla del Dulce Nombre de Jesús, que se formó por la unión de las tres capillas funerarias de la primitiva iglesia mudéjar. La portada que da a la calle Cristo del Calvario, a los pies del templo, tiene otro escudo dominico, y, entre la puerta y la magnífica espadaña doble, el óculo con pequeñas esferas azules que simbolizan los misterios del Rosario, entre dos relojes de sol. Sobre la portada, santo Tomás de Aquino.11

Detalle de la cúpula de la parroquia de la Magdalena,
en la que se aprecian los incas atlantes y las cabezas,
probablemente aztecas, que rematan en lo bajo
líneas de azulejos amarillos semejando serpientes
(www.sevilladailyphoto.blogspot.com.es)
En la cúpula octogonal, rematada por corona real, hay figuras escultóricas de indígenas americanos, por cuanto significó la orden en la evangelización de América. Están los incas atlantes del cimborrio, y están también las cabezas negras con plumas, que rematan las líneas descendentes de tejas amarillas sobre las nervaduras sinuosas de la cúpula. ¿Es mi vista o parecen serpientes emplumadas de Quetzalcoatl, la deidad azteca que se hizo humana, rechazó el lujo y predicó la humildad, la pureza de espíritu y el sacrificio propio? Este dios, unificador de las aguas y origen de la vida, es el ser superior que los aztecas creyeron ver cuando vieron a Hernán Cortés.12

Lucas Valdés fue encargado de realizar el conjunto mural que debía exaltar el triunfo de la fe y el celo religioso de la Orden de Predicadores en el nuevo templo barroco. Pintó a La Virgen del Rosario protegiendo las naves españolas en la Batalla de Lepanto. Y pintó también, en el crucero, dos grandiosos frescos entre cruces de Calatrava blancas y negras: en el lado del Evangelio, La entrada triunfal de San Fernando en Sevilla entre las alegorías de la fortaleza y de Sevilla liberada, incluidas la Virgen de los Reyes, santo Domingo de Guzmán y san Pedro Nolasco, con san Isidoro y san Clemente en el cielo; en el lado de la Epístola, una escena de la Inquisición, en la que un hereje sobre un asno es conducido al brasero: Auto de Fe en tiempos de San Fernando. La presencia de san Fernando en el título y en el fresco, transportando leña, es, evidentemente, una utilización simbólica. Según la leyenda, representa la ejecución, el  28 de octubre de 1703, del mercader de origen portugués Diego López Duro, de Osuna, acusado de judaizar. Tal vez el hecho ocurriera incluso mientras Valdés pintaba al fresco, conocido como El suplicio de Diego Duro.13 Por cierto, ¿cuál es el edificio que aparece al fondo de la escena? ¿Sería el convento franciscano de San Diego, junto al que estaba el quemadero, que en el fresco se ve al fondo? Trataremos sobre ello.
Auto de Fe en tiempos de San Fernando (El suplicio de Diego Duro)
Fresco de Lucas Valdés, pintado en el crucero de la actual parroquia de la Magdalena
Pórtico de entrada al compás de San Pablo.
Fotografía del Vizconde de Vigier
(siglo XIX)
(www.elpasadodesevilla.blogspot.com.es)
El patio del convento de San Pablo el Real era un ameno jardín, con pinturas al fresco, y varios altares y capillas, destacando la mayor, donde estaba entre otros el sepulcro del maestro general fray Alberto de las Casas. En el siglo XIX el convento sería invadido y saqueado y luego, tras momentánea recuperación, suprimido y desamortizado. La iglesia se convirtió en parroquia de la Santa María Magdalena, porque la parroquia primitiva de esta advocación, en la plaza del mismo nombre, había sido derribada.

En 1953 se acabó de derribar lo que quedaba del claustro, para ensanchar la calle Canalejas y de paso construir el hotel.14 También, para crear una nueva calle más ancha por el otro lado, ante la fachada de las tres puertas, se derribó la manzana existente entre las dos calles que había, de San Pablo y de la Magdalena, esta última creada tras la apertura del antiguo compás del convento y el derribo del pórtico de entrada a la barreduela. En la manzana derribada estaba la primitiva capilla de la hermandad de Montserrat.15 También habrá que hablar de ella.

Paneles de cerámica del pórtico del
Museo de Bellas Artes
Al Museo de Bellas Artes fueron los paneles de cerámica de Hernando de Valladares que adornaban el claustro, con las cruces dominicas, los escudos de la familia Guzmán y los perros provistos de antorchas.

De todo el recinto de San Pablo el Real, subsiste en el lugar la iglesia, que es hoy parroquia, y que es un compendio de la historia de los dominicos en su relación con Sevilla. Allí están presentes las cruces de Calatrava, las estrellas, santo Domingo de Guzmán, santo Tomás de Aquino, los perros de la predicación, la conquista de Sevilla, el Rosario, la batalla de Lepanto, el Dulce Nombre de Jesús, América… y la Inquisición.16



1. Se recomienda leer el artículo nº 5 de esta serie, titulado …Y para la cruz blanca y negra de los perros del Señor.
2. Peraza, Luis de. Historia de Sevilla, citada por Morales Padrón, Francisco. La Historia de Sevilla de Luis de Peraza
3. Se recomienda leer el artículo nº 14 de esta serie, titulado Un nuevo mundo
4. Martínez Carretero, Ismael, O. Carm. Expolio del patrimonio artístico de órdenes religiosas de Sevilla (1810-1835)
5. Anabitarte, Héctor. Grandes Personajes. Bartolomé de las Casas
6. Bedouelle, Guy. La fuerza de la palabra: Domingo de Guzmán
7. Romero Mensaque, Carlos José. La Religiosidad marginal en Sevilla durante los siglos XVII y XVIII. Artículos de investigación (www.rosarioensevilla.org)
8. Ortiz de Zúñiga, Diego. Annales eclesiásticos y seculares de la M.N., M.L. y M.H. Ciudad de Sevilla…
9. Mena Calvo, José María de. Todas las Vírgenes sevillanas
10. Ibíd. 7 y 8
11. Se recomienda leer el artículo nº 16 de la serie de este blog Sevilla salomónica, titulado Elevar la mirada y dar gracias al cielo.
12. Orozco, Chela. La leyenda de Quetzalcoatl (www.inside-mexico.com)
13. González de Caldas, Victoria. ¿Judíos o cristianos? El proceso de fe Sancta Inquisitio
14. Ibíd. 4
15. La calle más bonita que tuvo Sevilla (www.elpasadodesevilla.blogspot.com.es)
16. Se recomienda la lectura del artículo nº 15 de esta serie, titulado El castillo de San Jorge y su sombra; la Inquisición y su sombra.


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